Sobre todo en sus primeros años, Franz Kafka dibujó intensamente y con ambiciones artísticas. A su muerte, sin embargo, no solo quiso destruir su legado literario, sino también todos sus dibujos. Después de que su amigo Max Brod lograra salvar muchos, la mayor parte de ellos se mantuvo oculta durante décadas. Aquí se publican por primera vez completos, y hacen visible a un segundo Kafka más allá de su faceta de gran escritor.

«A transformación» é un clásico da literatura publicado en 1915,
unha novela breve e intensa na que Franz Kafka verque
a súa visión pesimista do mundo, o absurdo da existencia,
a soidade, a humillación e a incomprensión, presentes tamén
noutras obras súas. Esa destreza para que os lectores -atónitos
e desacougados- se poñan na pel de personaxes malditos
e fondamente feridos é unha das cualidades da súa inconfundible
narrativa. Así, é posible percibir o rexeitamento que sofre
o viaxante de comercio Gregor Samsa por parte dos seus achegados e do mundo exterior, e sentir a impotencia e a vergoña
do protagonista ante a noxenta e cómica aparencia do insecto no que se convertera mentres durmía.

«La culpa és sempre indubtable.» Amb aquesta premissa, l?oficial que dicta i executa sentències a la colònia penitenciària condemna a mort tots i cadascun dels presoners, que ni tan sols saben de què se?ls acusa. Col·locats sota una màquina infernal que els escriurà la sentència a la pell, els condemnats patiran una mort lenta i dolorosa que ?segons explica l?oficial al viatger europeu que s?ho mira petrificat? és alhora una mort purificadora. A la colònia penitenciària és un relat breu que Franz Kafka escriu al 1914, any en què esclata la Primera Guerra Mundial, mentre escrivia el malson judicial autobiogràfic d?El procés. La crueltat mecanitzada que descriu el seu protagonista i la seva passió per la mort organitzada ens recorden el passat obscur i recent de la humanitat europea durant l?Holocaust, però també evoquen escenes contemporànies. Un relat, segurament el més cru de Kafka, que és absolutament vigent i que ens obliga a mirar cara a cara la part més fosca de l?ésser humà.

Leí La Transformación cuando tenía 13 o 14 años, en una noche, de un tirón. Tal vez incluso dos veces seguidas, como acostumbraba a hacer en ocasiones. Al día siguiente, cuando regresé de la escuela, encontré a mi madre que la leía llorando, mientras que a mí me había parecido más bien divertida y perturbadora. Mi madre lloraba solo con pensar que yo había leído AQUELLO. Después la he releído varias veces. Quizá cada década. La considero como una especie de cómico esencial y moderno (como Cervantes). A medida que pasan los años y los acontecimientos se suceden, encuentro a Franz Kafka más pertinente, con ese humor que se tiene por judío pero que no es sino una forma muy antigua de humanismo... una cósmica desesperanza... Transformación: cambio. El único que no cambia es Gregor Samsa, adelgaza a lo sumo, pero es el mismo desde que despierta hasta el final. A su alrededor todo se transforma. Su padre, su madre, su hermana pequeña. El mundo exterior cada vez más amenazante que adivinamos a través de los resquicios de las puertas y ventanas. Con cada lectura, uno toma consciencia de algo que había olvidado hace tiempo, y que sin embargo sabía.

Escrita amb el seu estil directe i minuciós, d'advocat acusador, Carta al pare és un extens memorial de greuges amb què Franz Kafka interpel·la el seu pare Hermann -distant i autoritari- per retreure-li tots els errors i faltes que ha comès en la seva relació, i també totes les mancances afectives. Alhora és una clau imprescindible per entendre la vida i l'obra de Kafka, les seves arrels més profundes, les seves angoixes i ferides més íntimes. Segurament Kafka és qui va encarnar millor l'angoixa i l'opressió del segle xx, en què els individus s'enfronten a forces que -com el pare- són massa poderoses i incomprensibles. La seva escriptura, oscil·lant sempre entre una prodigiosa imaginació simbòlica i el realisme més precís, va transcendir el món literari. I Carta al pare ens mostra un Kafka genuí, descarnat, gairebé torrencial, arravatador. «Kafka és per a la nostra època el que Dante, Shakespeare i Goethe per a les seves.» - W. H. Auden

Gregor Samsa despierta una mañana convertido en un insecto, pero no deja de hacerse preguntas mientras se produce una transformación, una metamorfosis que no afecta sólo a su aspecto exterior, su caparazón, sino también (y sobre todo) a su interior, a sus pensamientos y a su actitud ante la vida. La metamorfosis, el libro más leído de Franz Kafka, es uno de los ejemplos más depurados de su técnica narrativa, consistente en enfrentar a los personajes con hechos aparentemente absurdos que desbordan todas sus capacidades. Acompañan a esta magnífica obra, dos de los relatos breves más lúcidos del autor checo: La condena y Carta al padre.

Trenta-cinc contes amb l?essència de la poètica kafkiana.
«Els grans escriptors no només et demanen que els llegeixis sinó que et llegeixen a tu, arribes a entendre parts de tu que abans no eres ni capaç de veure. Kafka et fa riure, sentir i rascar-te per tot el cos. Kafka et canvia; llegir-lo encara és una experiència no equiparable a la de cap altre escriptor. Els nous territoris de la sensibilitat i del coneixement, també del pensament en el cas de Kafka, tot allò que Kafka t?ensenya a veure dintre teu i no veies abans, perquè t?ha fet una llum única i fràgil però insubstituïble, és la marca d?allò kafkià».
De l?epíleg de Melcior Comes

Entre el 20 de septiembre de 1912 y el 16 de octubre de 1917 Franz Kafka escribió las más de quinientas cartas que componen este libro. Fueron dirigidas a la mujer con la que, tal cual era a veces su convicción, quería casarse, con la que se prometió en dos ocasiones y con la que rompió en otras tantas. Las escribe un joven Kafka que se debate entre dos pasiones: el amor por Felice y su entrega al oficio de escritor.
«Últimamente he visto con asombro de qué manera se halla usted ligada íntimamente a mi trabajo literario», escribe en una de ellas el autor checo, y a lo largo de estas apasionadas y apasionantes páginas seremos testigos privilegiados del proceso de creación de sus principales obras.
Además, nos sitúan en un tiempo y en un espacio: la Praga de Kafka, su casa y su trabajo, su familia y, especialmente, sus lecturas: «Siento como parientes consanguíneos míos a Grillparzer, Dostoyevski, Kleist y Flaubert [...] solamente Dostoyevski se casó, y quizás solo Kleist, cuando, bajo la presión de aflicciones externas e internas, se pegó un pistoletazo junto al Wannsee, encontró la salida que necesitaba».
««Las Cartas están llenas de temor, indecisión, desvalimiento y, en primer término, inconcebibles dosis de intimidad. Nadie se ha desnudado tan atrozmente como el hombre que se confiesa y flagela ante Felice. No obstante, todo está formulado de una manera que lo convierte en ley y conocimiento. Nada de lo que leemos se puede olvidar. Es como si hubiera sido escrito bajo nuestra piel.» José Emilio Pacheco